Adiós a Marisol Rodríguez, la primera mujer de la radio de Cáceres

Marisol Rodríguez

Miguel Ángel Muñoz escribe en elperiodicodeextremadura.com: La periodista comenzó en Radio Cáceres y estuvo vinculada 32 años a la profesión. Hija de María la Chicuela, su familia fue propietaria de la casa de corte modernista más famosa de toda la ciudad. La proyectó el reconocido arquitecto Ángel Pérez y era una auténtica joya.



La voz de Marisol Rodríguez se acaba de apagar. Aunque de la radio ya estaba retirada, de la memoria colectiva de Cáceres no llegó a irse nunca del todo porque pocas voces podrán igualar a la de la que fue la primera mujer que se puso delante de un micrófono en esta ciudad, en una época difícil en la que oficios como el de periodista estaba fundamentalmente reservado a los hombres.

Marisol estudió perito mercantil en Badajoz aunque logró cumplir su vocación al entrar en Radio Cáceres, que luego fue La Voz de Extremadura, después Radio Cadena y finalmente Radio Nacional. Marisol trabajó 32 años en la radio, donde comenzó junto a otro de los míticos, Cayetano Polo Polito, y de ella quedan en la radioteca sus programas inolvidables, su voz potente y segura de sí misma, su personalidad y su amor por la cultura, por la ciudad y por la lectura, que fue una de sus grandes pasiones. Se casó con un ingeniero agrónomo, Eduardo Jiménez Gómez-Caminero, y tuvieron cuatro hijos: Almudena, Eduardo, Beatriz y María del Mar. Vivía en la barriada de San Blas y de un tiempo a esta parte su salud flaqueaba.

La vida de Marisol Rodríguez no solo estuvo vinculada a la radio sino que irremisiblemente estuvo relacionada con la Casa de la Chicuela, situada en la esquina de la avenida de España con San Antón y que adquirió Pinilla para construir el edificio actual, que está junto a la Delegación de Hacienda y que alberga, entre otros, la Cadena Cope.

¿Pero cuál fue la historia de esa casa? Para conocerla hay que partir de la figura de Juan Pérez y Pérez, nacido en Valdefuentes y miembro de la Guardia Civil al que destinaron a Sevilla, donde conoció a Esperanza Vera Ruiz, que vivía en Triana. Se casaron y al cabo de un tiempo se vinieron a vivir a Cáceres. Como Juan era muy emprendedor decidió dejar su puesto en la Benemérita y se hizo con la gerencia del Parador del Carmen, que estaba en la Cruz y se convirtió en un nudo de comunicación de la ciudad puesto que hasta él arribaban todos los coches de línea de la provincia.

Juan y Esperanza residieron durante años en una vivienda situada dentro del parador. Tuvieron cuatro hijas: Manuela, Luisa, Francisca y María. Cada mañana, una tartana cubierta, con asientos y arrastrada por una mula, cargaba a las cuatro niñas y las llevaba al colegio de Las Carmelitas, situado entonces en la parte antigua. Cuentan que la mula era tan avispada que la tartana acabó prescindiendo del conductor porque el animal aprendió el camino y todos los días iba y venía sin dificultad de la escuela al parador.

La vida de la familia transcurría feliz en la Cruz, pero Juan quería prosperar y empezó a comprar terrenos. Se hizo con un montón de ellos, desde la Cruz a Fátima, hasta que un día pensó que la urbanización de esas parcelas no las verían sus hijos porque entonces Gil Cordero estaba en el extrarradio. Así que lo vendió todo y con el dinero adquirió dos fincas, una en la calle San Antón y otra en la avenida Virgen de la Montaña, junto al gobierno civil.

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