A pura radio: Los cuatro Mundiales que no fueron televisados

A pura radio: los cuatro Mundiales que no fueron televisados

En ningún momento de la historia humana se produjo una sucesión de cambios tecnológicos tan vertiginosa y abrupta como en los últimos dos siglos. En ese sentido, el fútbol, deporte decimonónico de procedencia inglesa, ha experimentado no solo una divulgación por todo el planeta en su práctica, también, por supuesto, los soportes en los que su transmisión alcanza esas cuotas de universalidad han ido variando. El Mundial, máxima experiencia deportiva, fue televisado por primera vez en su cuarta edición, celebrada en Suiza durante 1954. En ese contexto, y atendiendo a que, evidentemente, esta realidad distaba de ser uniforme y solo atañía a unos pocos partidos, Eurovision fue el primer proveedor del fútbol como espectáculo no solo oral o como crónica atemporal, también visual. Con la inmediatez del Mundial de Qatar, el certamen con mayor difusión, existe muchísima más información, que puedes aprovechar para apostar en betway apuestas.



En las próximas líneas referiremos a cómo fueron los primeros Mundiales en los que se debieron apelar a otras vías menos inmediatas:

Uruguay 1930

Tras la obtención del oro futbolístico en los Juegos Olímpicos de París 1924 y Ámsterdam 1928, era inapelable la superioridad de este pequeño país situado entre Brasil y Argentina con respecto a los combinados europeos, ganándose por derecho propio el honor de organizar el primer Mundial en su tierra, para la que se construyó el mítico recinto en el que hasta el día de hoy disputa sus partidos como local la selección uruguaya, el Estadio Centenario, llamado así por la celebración de los cien años de la Jura de su primera Constitución. El desaire de varios países europeos ante la indignación de que no se consumara esta fiesta deportiva en su suelo originario supuso que la cifra de selecciones partícipes descendiera de las 16 esperadas a 13, de las que solamente Francia, la extinta Yugoslavia, Rumania y Bélgica dijeron presente desde el Viejo Continente. Con sendas goleadas de 6 a 1 ante Yugoslavia y Estados Unidos en semifinales, la final sería un duelo fratricida entre las dos orillas del Río de la Plata: Argentina y Uruguay. Ni el artillero legendario Guillermo Stábile, de ocho goles en el certamen, pudo cambiar la fatalidad de la derrota argentina contra 4 a 2 ante un local que sacó a relucir todo su fútbol en la segunda mitad del encuentro. Como curiosidad, la participación de Estados Unidos no pasó inadvertida, y a varios cronistas de la época les llamó la atención la diligencia casi militar con la que entrenaban sus representantes.

Italia 1934

Debido al desplante de la copa anterior y a la adulteración propagandística que supuso este Mundial para el Fascismo, el vigente campeón, Uruguay, le devolvió con la misma moneda de su ausencia a Italia, mientras que el subcampeón, Argentina, envió una delegación compuesta por jugadores de segundo orden. ¿Las participaciones más pintorescas? La de España, que caería dignamente contra el, a la postre, campeón, en cuartos de final y tras un desempate, y la de Egipto, derrotado por la brillante Hungría, pero marcando el hito de ser la primera selección africana en disputar una Copa del Mundo. Fue, asimismo, la primera vez en la que se disputó un enfrentamiento para decidir el tercer lugar de la competición, en el que Alemania se impuso por 3 a 2 a su par austriaco. Los goles de Orsi y Schiavio darían su primera medalla a “La Squadra Azzurra” para el jolgorio de Benito Mussolini. Cabe destacar la presencia de František Plánička, arquero de Checoslovaquia de apenas 1,72 y figura que llegó incluso a atajar ante Brasil con el antebrazo fracturado, así como la del mágico Matthias Sindelar, mediapunta y principal artífice del fútbol de Austria, que encontraría un final trágico en el marco de la Segunda Guerra Mundial.

Francia 1938

Luego del Mundial celebrado en tierras itálicas, Europa repitió su condición de anfitriona, pero esta vez fue el territorio galo el encargado. Nuevamente Uruguay se ausentó del certamen, ausencia a la que se le sumó Argentina por el resentimiento de que le vetasen su candidatura en pro de dársela a un continente convulso, participando como selecciones ajenas al viejo continente Brasil, Cuba y las Indias Orientales Neerlandesas, actualmente Indonesia. Además del postrero bicampeón, Italia, tanto Suecia, cuarto lugar, como Brasil, tercero y el subcampeón, Hungría, fueron los grandes animadores del torneo. El delantero Leônidas da Silva fue el jugador con mayor cantidad de goles anotados, al convertir la admirable cifra de siete tantos. Italia derrotó con su rigor táctico a Hungría, selección que durante las primeras décadas del s. XX fue de las mayores escuelas de estilo vanguardista y técnico en el mundo. Doce años pasarían para que el mundo se pudiera permitir, entre la ruinosa y luctuosa precariedad de la posguerra, un nuevo juego mundialista.

Brasil 1950

Si hay un Mundial con un formato peculiar en el contexto de la historia del fútbol, ese fue el de Brasil, país que, por la puntualidad a las citas europeas y la candidatura truncada en 1942 por la Segunda Guerra Mundial, merecía este galardón. Argentina, una vez más, no dijo presente, esta vez por la tensión de su asociación con su par brasilero. En la primera fase, los clasificados a la siguiente ronda fueron el locatario, que se impuso a Yugoslavia, Suiza y México en el grupo A, España, que regresaría a la máxima competición internacional imponiéndose ante Inglaterra, Chile y Estados Unidos en el grupo B, Suecia, sorprendiendo a Italia y Paraguay en el grupo C –India debía estar también aquí pero se bajó por la hilarante razón de no permitírseles a sus futbolistas jugar descalzos –, y, finalmente, Uruguay contra Bolivia en el grupo D, debilitado por la ausencia de Francia. En la fase final, Uruguay y Brasil llegaron al último partido con posibilidades, por lo que fue una final simbólica, en la que Brasil tenía la ventaja deportiva de alzarse como campeón empatando o ganando. El “Maracanazo”, la victoria 2-1 de Uruguay revirtiendo un resultado adverso ante la mayor cantidad de afición en un partido de la historia, fue sufrida como una tragedia nacional.