Las mejores anécdotas de José María García: «Tan solo pinchó en hueso con tres; los demás hincaban la rodilla»

José María García

Cristina Bea escribe en relevo.com que es complicado que aceche el Síndrome la hoja en blanco cuando tienes que escribir sobre José María García (Madrid, 1943). Sobre todo, cuando no eres tú quien verbaliza situaciones, escenas y anécdotas de la vida del «número uno de la radio española», de un «genio», un «Mesías», un «enfermo de la profesión», un «animal de la radio», «un tipo que rompió esquemas», un «personaje» que trascendió su trabajo en las ondas para convertirse en un icono de la España de los años 80 y 90, especialmente.



‘Supergarcía’, homónimo de la serie-documental sobre el periodista que estrenará Movistar Plus+, ‘Butanito, sus «Saludos cordiales» marcaron una época para la sociedad española y para el periodismo deportivo, en el que aseguran, García marcó un antes y un después en cuanto a estilo, rigor y profesionalidad, y también en lo que se refiere a los sueldos que empezaron a percibir los profesionales más reconocidos del sector de la época, así como de las sucesivas.

«Antes de él, éramos el último gato. El que no servía para otra cosa, lo metían en deportes, y él cambió esa perspectiva a nivel de reconocimiento profesional y después, a nivel de reconocimiento también económico. Si tú ahora analizas los quince o veinte periodistas mejor pagados de este país, igual la mitad o cerca de la mitad son periodistas deportivos, de radio, de televisión, o gente que ha pasado por el periodismo deportivo, como podían ser Matías Prat u Olga Viza», asegura al otro lado de la línea Siro López, uno de los once excompañeros de García que se han puesto al teléfono para radiografiar la figura de un hombre cuyo transitar periodístico fue de Radio España (1963-64), a TVE (1964-1972), pasando después por Pueblo (1964-1972), para empezar a convertirse en «el genio que ha sido» en la Cadena SER (1972-1981), de donde fue despedido tras una polémica con el ministro Pío Cabanillas. Asensio se lo llevó a Antena 3 Radio (1982-1992) y de ahí se marchó a la Cadena COPE (1992-2000), antes de finalizar su carrera abrupta y prematuramente en Onda Cero (2000-2002).

En dos entregas, hoy y mañana, charlamos con Fernando Soria, Javier Ares, Roberto Gómez, Manolo Oliveros, Siro López, Alfredo Martínez, Pipi Estrada, Cristina Gallo, Julio Pulido, Rafael Almansa y Juan Bustos, quienes nos cuentan de primera mano lo mejor y lo peor de trabajar junto a José María García en sus años de radio. Ya les aviso que gana, y por goleada, lo primero. Las anécdotas, aprendizajes y, sí, también tretas, que han marcado su vida profesional juntos.

Del otro lado de la «selva», donde «al final te das cuenta de que o espabilas o te come el león», Manolo Lama nos cuenta cómo fue aquella batalla García-De la Morena. «Es que yo creo que es un error cuando decimos García contra De la Morena. Yo creo que era García contra la SER, porque nosotros éramos un bloque, nosotros éramos un grupo. Nosotros le hicimos daño a García no sólo con El Larguero, es que le ganamos en Carrusel Deportivo, lo destronamos. Lo barrimos. Entonces, García se encontró con frentes abiertos», asegura Lama, quien vivió veinte años de aquella «guerra», desde su llegada a la SER en 1982 hasta el adiós de García en 2002.

Javier Ares
1972-1981 (Cadena SER), 1982-1992 (Antena 3 Radio), 2001-2002 (Onda Cero)
69 años – 21 años con García
«García era un animal, en el más amplio sentido de la palabra, vivía por y para la radio, vivía por y para sus programas y vivía para sus guerras, sus frentes y sus batallas. Y ahí te alineabas como un soldado. Primero, porque creías en eso; y segundo, porque estabas trabajando para un líder que tenía una repercusión enorme. Entonces, eso te hace inocularte un poco el mismo veneno que él tenía. Y después, como era todo brillante, como todo era un éxito enorme de audiencia, en todos los órdenes, pues estabas en el frente. Estabas en el frente permanentemente», asegura Javier Ares, que fue corresponsal de la SER en Valladolid desde 1972 hasta que en 1992 se marchó a Madrid para hacerse cargo de los Deportes de Antena 3 Radio cuando García ficha por COPE.

El exdirector y copresentador de Radioestadio recalca que García era «un súper líder, que tenía una audiencia descomunal y, sobre todo, una influencia enorme en aquellos tiempos». Influencia que vivió, especialmente, con el ciclismo como deporte rey y que extendió hasta el punto de que, «entre comillas, él consiguió que Perico Delgado ganara la Vuelta Ciclista a España el el 85», asegura Ares. «Entonces las Vueltas eran un espectáculo que no podéis ni imaginarlo las generaciones actuales. Transmitíamos tres horas de carrera y se abrían los boletines informativos con la Vuelta, con el Tour o con lo que fuese; no se abrían con las noticias y a los cinco minutos llegaban los deportes, no. Se abría con sintonía de la Vuelta, y emitíamos quince minutos enteros, a lo mejor entre diez y quince minutos cada hora, desde las once de la mañana hasta las seis de la tarde. Luego había un programa en directo cara al público, con los protagonistas, en las plazas de las ciudades. Un espectáculo inimaginable hoy en día», recuerda.

«Y entre las muchas cosas que se hacían, que fue un adelanto, se puso en marcha instalar unas unidades móviles dentro de los coches de los directores deportivos, que nos permitían -le permitían fundamentalmente a García- en todas esas conexiones y en el final de la etapa estar entrevistando constantemente. Los tenía ahí en el coche como si fueran colaboradores. «¿Y por qué tiras? ¿Y por qué no tiras? ¿Y qué vas a hacer? ¿Y qué no vas a hacer?», explica Ares.

«Perico Delgado estaba muy lejos en la clasificación general. En una etapa que terminaba en Segovia -precisamente, en casa de Perico- se metió en una escapada y como llevábamos las unidades móviles, y los coches, y se hablaba en directo, coche a coche, con los directores deportivos de los demás equipos, pues García ejerció tal presión para que el resto de los equipos españoles no echaran abajo la fuga de Perico Delgado, la escapada de Perico Delgado… Poco a poco iba sacando tiempo, iba sacando tiempo, con Recio, otro ciclista catalán que era del Kelme, y había un francés, bueno, un francés no, Millar, hoy convertido en señora Millar porque cambió de sexo. Y estos no podían defenderse porque no tenían gente, o por lo que fuese, y había un segundo, un tercero, un cuarto, un quinto… La clasificación general, entre ellos varios de los equipos españoles que, lógicamente, tendrían que haber defendido ellos su opción, su puesto, haber evitado que Perico se fuera por delante con tanto tiempo. Creo que llegó con seis o siete minutos, mucha diferencia», explica Ares, figura de las retransmisiones ciclistas en la radio española que en aquel 1985 presenció cómo «García desde el coche maniataba indirectamente».

«¿Cómo?» «Vendiendo aquello: «No se mueve nadie, no se mueve nadie». Y los directores, ¿qué iban a decir? Cuando te están diciendo que Perico puede ganar la Vuelta, si se te ocurre tirar «me van a poner a parir porque estoy tirando a Perico Delgado y ayudando al líder, entre comillas». Y no es que estuvieran ayudando al líder, lo que realmente habrían hecho era defender ellos su interés, porque si el segundo de la general -me acuerdo perfectamente que era un corredor de Javi Mínguez, del director, estaba a un punto del líder y Perico estaba a siete, pues si hubieran tirado habrían descuadrado al líder, pero el segundo, tercero, el cuarto o el quinto de esa general habrían podido ganar esa Vuelta, pero enseguida te dirán: «Están tirando los del Teka o los del Kelme o los del Ford -que era el equipo de Mínguez-, que están echando abajo la escapada de Perico». Pues hubiera sido malo para el negocio y para el patrocinador, ¿sabes? Pero no se atrevieron ni a mover ni a tirar ni a defender su situación, porque eso estaba atentando contra las enormes posibilidades de que un español, encima de la categoría de Perico que ya era una estrella, fuera a ganar la Vuelta Ciclista a España. No se hubiera entendido tan bien, porque se había empezado desde el primer momento a vender la épica de que él escapaba, que podía dar la vuelta total y absoluta a la clasificación y a todo como estaba.

Y la dio. Perico Delgado acabó ganando la primera de las dos Vueltas a España que consiguió (1985 y 1989) antes de enemistarse con el periodista madrileño. «Al año siguiente, Perico no corre la Vuelta, ficha por la SER de comentarista y eso a García le indignó enormemente porque iba a la competencia el primer ciclista de España. Hizo y removió para que Perico no comentara con la SER, pero Perico se empeñó en que sí lo hacía con la SER, y ahí nació un desencuentro entre ellos que nos generó bastantes problemas con el equipo y con la afición segoviana y con los seguidores de Perico».

«Te lees el libro que acaba de publicar Perico y no hace ni la más mínima mención. Dedica varios capítulos, muchas páginas, al enfrentamiento que tuvo con García, y lo otro lo obvia. Yo no sé si Perico fue realmente consciente de lo que pasó, se lo habrán contado. ¿Cómo no se lo van a contar? Se lo han contado todos los rivales que tenía, los directores deportivos, los equipos españoles. Si no llega a ser por García no ganas ni la etapa, vamos. Pero él lo ha obviado. Y está en su perfecto derecho porque tuvo mucho mérito, no se lo estoy quitando yo, simplemente estoy contando entresijos que creo que son curiosos más que anecdóticos, incluso relevantes de la influencia y del poder, que era en lo que se resumía el liderazgo de García, del poder enorme que podía ejercer en el deporte», resume Javier Ares sobre aquella Vuelta cuya historia escribió José María García. «Así fue», concluye el comunicador.

Fernando Soria
1975-1981 (Cadena SER), 1982-1989 (Antena 3 Radio), 1995 (Antena 3 Televisión)
64 años – 15 años con García
Precisamente, una etapa de la Vuelta Ciclista a España que pasó por Granada puso en contacto a José María García y a Fernando Soria en 1974. Entonces, Soria tenía 16 años y colaboraba en la SER, en Radio Granada, desde meses antes, mientras cursaba el año previo a la carrera de Periodismo que estudió en la Universidad Complutense de Madrid. «Entonces sólo se podía estudiar en Madrid o en Barcelona. García me había dicho: ‘Cuando vengas a Madrid, ven a verme». Y de ahí a convertirse en su «hoy en día se llama productor, pero yo era una especie de coordinador». Ya en Antena 3 Radio, «yo era el redactor jefe de Deportes, coordinaba a toda la gente de las emisoras y le sustituía en el programa cuando él estaba de vacaciones o estaba enfermo. Te puedes imaginar la responsabilidad».

La relata él mismo: «Él te llamaba siempre para que le contaras lo que había, estaba muy pendiente, pero no era una persona que luego estuviera reprochándote, no, ‘oye, esto no me ha gustado, tal cual’, no, no. Era bastante liberal en ese aspecto, era muy permisivo. Igual en antena se enfadaba y te echaba una de sus famosas broncas, pero a los diez minutos te llamada a su despacho para hablar de cualquier otra cosa: «Oye, Fernandito…» En antena se crecía pero luego era un trozo de pan, era como el doctor Jekyll y mister Hyde», cuenta Fernando Soria, que confiesa que, cuando presentaba, mantenía el emblemático «Buenas noches y saludos cordiales» de García. «Ya era un latiguillo que tenías ahí, no era por imitarle sino que te salía de forma natural. La gente te comparaba, pero en cualquier comparación con García siempre perdías, evidentemente. Pero es verdad que eso te unía más a él, te daba más nombre y más caché, eso está clarísimo».

El de Fernando Soria es el nombre común en todas las llamadas que dan forma a este reportaje. El más veterano de la carrera radiofónica de García aún con vida. «Falleció Eduardo Torrico, Gaspar Rosety, Andrés Montes, falleció también Ernesto López Feito… Yo no tengo ningún interés en fallecer», comenta entre nostálgico y simpático alguien que recuerda al García de «30 ó 31 años cuando yo llego a la SER con 17. Era una persona súper dinámica, súper activo, le gustaba ir a todos los sitios, le gustaba viajar. Luego siguió yendo a las Vueltas de Vista a España. ¿Por qué? Porque en primer lugar le daban mucho dinero y, en segundo lugar, porque la organizaban los hermanos Franco, que tenían la agencia Unipublic, eran sus principales proveedores de ingresos. García tenía un porcentaje de la publicidad», narra Soria, al tiempo que revive el Mundial de España en 1982 que compartieron.

«Íbamos por toda España en un Ford Taurus. García, delante con Luis Valdú, que era técnico de exteriores de Antena 3 y era el conductor. Y en la parte de atrás íbamos Gaspar Rosety y yo; Gaspar para narrar los partidos y yo como reportero. Vamos a todos los sitios, siempre con la Selección española, a Valencia y luego España jugaba también en Zaragoza. Dormíamos en dos habitaciones dobles: Gaspar Rosety con Valdú y a mí me tocó todo el Mundial con García, treinta y tantos días», cuenta entre risas. «Imagínate, era acostarte a la una y pico y levantarte para el programa de la mañana de Antena 3 que hacía Antonio Reina. No te podías escaquear para nada», cuenta entretenido.

«La época realmente buena de García es la última etapa de la SER, donde él es mucho más activo, él es mucho más auténtico, está más cerca de la gente, de los oyentes, porque viaja mucho. Ahí empieza a ser un mito. Luego sigue con la Vuelta ciclista también en Antena 3 Radio, iba al partido de la jornada cada domingo y era donde él palpaba un poco más la actualidad, la información, lo que la gente sentía, donde había gente que le aplaudía y gente que le amenazaba. Y tenía que ir, sobre todo a Barcelona, porque se le tachaba de madridista, con escolta de la Policía Nacional», recuerda.

Pero no fue ese cuidado que debía tener García en los campos el que cambia su actitud, según Soria, sino que «se empieza a quemar un poco» cuando «en Antena 3 le piden que haga también Carrusel por las tardes y el domingo, el sábado lo hacía yo. García empieza a viajar menos, al Mundial de México, por ejemplo, va únicamente al partido en que eliminan a España, a la Eurocopa de Francia no viaja tampoco, ni al Mundial del 90 en Italia. Ahí empieza a cambiar un poco, se hace cómodo. Y como tiene más programas, empieza a ingresar mucho dinero, pero pierde un poco el contacto con los aficionados, con los clubes. Sigue de número uno, pero ya no era igual», rememora sincero quien en aquel momento «viajaba a todos los sitios con Rosety y con Javier Ares, sobre todo, con Rosety».

«Piensa que García en el año 87-88 ganaba 1.000 millones de pesetas (6 millones de euros) al año entre Antena 3 y la publicidad que le buscaban los hermanos Franco», cuenta el actual periodista de Telemadrid, Radio Marca y Teledeporte, entre otros medios, que dimensiona el sueldo de José María García.

«En aquel momento salió a a luz pública que el Real Madrid era el club de los 200 millones de pesetas al año (1.200.000 euros) que tuvo que hacer Ramón Mendoza con la ‘Quinta del Buitre’ porque se los querían llevar los equipos italianos, que eran los más potentes económicamente en aquella época. Míchel, Butragueño, Manolo Sanchis, Miguel Pardeza y Martín Vázquez estaban alrededor de los 200 millones de pesetas (1.200.000 euros) al año. O sea, que García ganaba cinco veces más que los jugadores de la ‘Quinta del Buitre’. A Sanchis creo que el Madrid le llegó a pagar cerca de 400 millones (2.400.000 euros), porque se lo quería llevar el Barça. Martín Vázquez se fue al Torino porque le hicieron una oferta descomunal. Lo que pagó el Torino al Madrid fueron 400 millones de pesetas y lo que ganaba Martín Vázquez eran 300 millones al año (1.800.000 euros), menos de la tercera parte de García», analiza Soria, que aporta lo que califica como «el dato definitivo».

«Las grandes figuras ahora, los que más cobran en el mundo del fútbol son Mbappé, Messi y Cristiano Ronaldo que están por encima de los 100 millones de euros al año. El que más cobraba en el año 88-90 en el mundo era Maradona. El contrato que tenía, investigando en mis archivos, en el Nápoles, eran 5 millones de dólares al año, 1 millón por publicidad y 400.000 dólares por partido amistoso que jugaba. Sumándolo todo, imagínate que se fuera a los 7 u 8 millones de dólares al año. El cambio, de media, estaba en esa época a 110 pesetas/dólar. García, al cambio, ganaba más 9 millones de dólares. Es decir, que García ganaría hoy día más que Messi, Cristiano o que Mbbapé. Son cifras brutales. Son datos objetivos, reales. García cobraba más que el jugador más importante del mundo, que el que más ganaba, que era Maradona», dice con énfasis.

Fernando me pide que nombre a una persona que acompañó a García en su andadura en la radio desde el año «83 u 84», en Antena 3, COPE y Onda Cero, Pepín Cabrales. «Pepín Cabrales es un amigo de García. José María Cabrales Campos, gaditano. Este hombre fue palmero de Lola Flores; posteriormente, relaciones públicas del Cádiz en Primera división y muy amigo de García. En un momento dado, él deja de ser el relaciones públicas del Cádiz y le pide a García que le ayude, cuando García se va a Antena 3 Radio. Y entonces García lo contrata y le paga García como asistente personal. ¿De qué se encargaba Pepín Cabrales? Se encargaba de coger las llamadas de García, las que no eran estrictamente profesionales, de oyentes; de la cena de García. Él siempre cenaba en la radio, y esto tampoco se ha contado. Normalmente tomaba una tortilla francesa, era lo más habitual. Se encargaba de que no le faltara un puro, de que no le faltara el café. Igual de buenas a primeras García soltaba un grito: «Joder, Pepín, que me he quemado». Y decía Pepín en su andaluz: «Es que está dormido, se lo he dado para que se espabile». Dime tú qué periodista que tú hayas oído hablar, o pregunta, tenía un asistente personal que pagaba él», recuerda Fernando Soria sobre un hombre «al que es de justicia nombrarle, porque estuvo muchísimos años con García, hasta que dejó la radio».

Roberto Gómez
1978-1981 (Cadena SER), 1992-2000 (Cadena COPE), 2000-2002 (Onda Cero)
66 años – 13 años con García
«Estar trabajando con García era un lujazo. Yo, un chaval con 18 años que venía de Los 40 Principales de Badajoz, y llegar aquí, y empezar a trabajar con García, pues era lo máximo. Era la aspiración de todo el mundo. El momento de mayor explosión de García, que fue en el 80-81 en la Cadena SER, podía haber 10 millones de oyentes. Y yo estaba allí, y estaba en todos los sitios con él, y le acompañaba a todos los partidos de la jornada. Ya te puedes imaginar, fue la leche. Era una experiencia tremenda», relata Roberto Gómez, «amigo íntimo», persona de confianza de García en la radio.

«Te puedo decir de mi grado de implicación con todo lo que es García, por ejemplo, que yo he sido, con Raúl Del Pozo, los únicos que hemos visto antes que nadie los capítulos de la serie. Con eso yo te lo digo todo. Y, además García para mí ha sido un hombre vital en mi vida. Probablemente, con mis padres, la persona que ha tenido mayor influencia en mi vida. Yo puedo decir que García y yo somos grandes amigos. En los momentos buenos, y en los menos buenos, siempre nos lo hemos demostrado», reflexiona Roberto Gómez. Y asegura tajante: «García habrá tenido muchísimos colaboradores, que nos ha tenido, pero no ha tenido nunca a alguien más leal y más honesto que yo».

Una honestidad que, junto a la lealtad, la profesionalidad y la generosidad son los valores que Gómez destaca de García, con quien cumplió el sueño, y la exigencia, de ser reportero. «No se nos podía pasar absolutamente nada de nada. O sea, el mínimo detalle que alguien de cualquier sitio diera antes que nosotros, eso era un motivo de conflicto. No de conflicto, sino de «¿qué ha pasado aquí?» y siempre pidiendo explicaciones. Tremendamente competitivo. Una persona, además, brillantísimo en el micrófono, trabajador, sacrificado, sabiendo siempre empatizar de lo que tenía que contar, que podía gustar e indudablemente era la noticia. Con un olfato periodístico impresionante como no ha habido nadie. Eso es otra de las cosas que me inculcó, la noticia, estar siempre preocupado por la noticia. «Ir, ver, oír, salir y contar», ése era el lema que siempre, desde el primer día, me transmitió.

Los avances y medios técnicos copan el capítulo de los pros de García en aquellos incipientes años 80. «Revolucionó la radio. García, aparte de hacer y poner dinero a la profesión de periodista deportivo, revolucionó la radio en las retransmisiones. Él fue también avanzando con los primeros inalámbricos. Yo tengo una foto que es el primer inalámbrico que entra en el estadio Santiago Bernabéu. Entro yo con el micrófono inalámbrico a un partido final de Liga, y estoy yo en la foto con Juanito, con Juan Santisteban y con Vujadin Boškov. Y era la primera vez que un inalámbrico entraba en el Bernabéu. Indudablemente, fue un avanzado. Yo recuerdo hacer partidos con él con un cassette, bajar al campo, hacer la entrevista y subir la entrevista al segundo o tercer anfiteatro y volver a por otra. Él era muy escrupuloso con el sonido. Le gustaba que el sonido fuera perfecto», relata el colaborador de Onda Cero y Radio Marca, entre otros medios.

Y tenerlo todo bajo control, como nos cuenta un Roberto Gómez que no quiere contar anécdotas de su relación con García, «el hombre más importante de la historia de la radio en España», «porque no me gusta que la carrera y la vida de los profesionales se resuma en anécdotas, porque el 99,9% no son verdad. Y te lo digo por experiencia. Se cuentan muchas anécdotas de García y mías, como por ejemplo que nosotros discutíamos en antena y que nos echaba broncas. Yo no recuerdo las broncas. Y el éxito y el mérito mío era discutirle a García las cosas, pero claro, daba la impresión de que «joer, García os echaba broncas». Yo no recuerdo, de verdad, haber discutido. Además, García abroncaba mal, ¿sabes lo que te quiero decir? Que al minuto se le había pasado».

A Roberto también se le pasa rápido lo de no querer contar anécdotas, porque nos desliza ésta, aunque «no es anécdota, es lo que ocurrió en el año 81 en París», dice. «Los comentaristas eran Alfredo Di Stéfano y Amancio Amaro, date cuenta. Aquel día ya estábamos en Radio Madrid. A García siempre le gustaba una cosa, que todo estuviera asegurado. Y era en el año 81, con un aparato inalámbrico para poder transmitir. Casualmente, una excavadora cortó en el Parque del Príncipes todos los cables, y los únicos que estábamos transmitiendo éramos García, Paco Ortiz, que era el relator, y yo. Y estuvimos allí durante 15-20 minutos y nadie más podía retransmitir. Y eso era porque a él le gustaba tener todo siempre perfectamente arreglado. No podía fallar en nada. Era tremendamente pulcro en que todo tenía que estar siempre perfecto», recalca el periodista extremeño.

También, recuerda el vínculo de García con los futbolistas y representantes del momento. «Él tenía siempre contacto con los mejores futbolistas, con todos los jugadores habidos y por haber. Yo he estado en un despacho en la Gran Vía, que el teléfono era 222 54 04, donde venía Minguella, que era un agente, y venía ahí a hablar para fichar a Maradona. Y yo veía allí cómo él llevaba a Maradona desde allí, que luego, al poco tiempo, vino al FC Barcelona y al fútbol español. El contacto, por ejemplo, con Ronaldo, que nosotros le teníamos todas las cosas», recuerda Roberto Gómez.

Y enumera nuevamente las cualidades de un García idolatrado: «Sobre todo, su profesionalidad, su esfuerzo, su trabajo. Nosotros ha habido días que hemos podido acabar a las 3 de la mañana de trabajar y a las 8 llamarte García para preparar el siguiente programa del día. Era una persona muy metódica, muy currante. Era curioso, porque podíamos acabar a la hora que hubiera acabado, y siempre se escribía el guión del programa siguiente al acabar. Nada más acabar, nunca se hablaba del programa que se había hecho, siempre decía lo siguiente: «Y, bueno, ¿qué tenemos para mañana?»

Manolo Oliveros
1978-1981 (Cadena SER)
61 años – 3 años con García
Quien menos «mañanas» vivió con García de todos los excompañeros del periodista madrileño fue Manolo Oliveros, que no tiene relación con García desde su salida en 1981 de la SER, donde compartieron tres años. «Fue una relación muy corta, tampoco nos hicimos amigos, eso es otra cosa, y ni él ha tenido la necesidad de llamarme ni yo a él». Como «un gran periodista, así de breve» define Oliveros a José María García, que tiene claro lo mejor que vivió con el madrileño.

«Yo siempre le recuerdo una cosa muy, muy, muy guapa para mí. Que un día, a finales de octubre de 1980, me llamó y me dijo que tenía que ir a narrar el partido Colonia-Barça de competición europea, no sé si era Recopa. Él quería que fuera, porque empezaba ya a narrar partidos. Llevaba solamente dos años, pero hacía baloncesto, hacía de todo y me veía capacitado. Y entonces él, como director de Hora 25 y, además, hombre fuerte dentro de Carrusel, me dijo: ‘Vete para allá’. Y eso me gustó muchísimo y, además, me ayudó en otro sentido, porque es que entonces se tardaba muchísimo en conseguir el pasaporte para poder viajar, y se necesitaba pasaporte para ir a Alemania. Y él, que tenía mucha relación con gente poderosa, conocía a policías, me dice: «Mira, ve a la Plaza España, a la comisaría de policía y pregunta por Antonio. -Antonio le hacía de escolta a él y, además, hacía de escolta también para el Rey-. Y dile que vas de mi parte y que te haga el pasaporte ya». Me lo dijo con dos o tres días de anticipación del viaje y por lo tanto, gracias a él, a quien confió en mí en ese momento y gracias a los conocidos que tenía, pudimos ir y sacar el pasaporte y narrar un partido internacional por primera vez en mi vida del Barça. A partir de ahí ya fue como un trampolín para que en la cadena SER me dieran más partidos y comenzar de esa manera».

«No recuerdo nada malo. Estresante. A veces te llamaba Roberto Gómez, porque le tenía de secretario, y te estresaba porque de parte de García. ‘¡Oye, esto que ha salido en el Mundo Deportivo! Me lo escribes y me lo mandas por fax’, pero indirectamente. Con él, por ejemplo, te decía: ‘Vamos a ver, vamos a dar el Barça-Dukla de Praga’. Yo en la cabina y él en la línea de vestuarios. Me cogió la tarde de antes del parte y me dice: ‘¿Qué alineación va a poner el Dukla de Praga?’ Digo: ‘Ésta, pam, pam, pam’. ‘No, no, no, no digas Dubcek al decir Dubcek’, porque como él no sabía pronunciar los apellidos checos y cosas raras y yo trataba de pronunciarlos bien, pero no, me tenía que adaptar a él, ‘lo diré como tú digas’. Pero vamos, daba gusto estar con él porque te ponía en tensión».

Unos comienzos que vivieron limpios de competencia. «Ahí no había ninguna guerra, en la época de 1978-1981 no había ninguna competencia. Conseguíamos entrevistas por la fuerza que tenía y porque era el único. Él tenía fuerza, ¿qué te diría yo?, de entrevistar a Quini cuando le secuestraron, después de ser liberado. La competencia empezó ya cuando se fue de la SER a Antena 3, y yo estaba en El Larguero con José Ramón de la Morena. La pugna empezó en 1988, cuando ‘El Larguero’ quiso ganar a García, antes había competencia en retransmisiones, en programas. A partir del 88 la gente podía elegir entre García o De La Morena, y eran estilos distintos. García seguía su estilo de periodismo riguroso y «venga y tal», un maestro en eso, un gran periodista rodeado de gente que investigaba, y De la Morena era otro estilo más cercano, que se dirigía a su madre, a sus abuelos, a la gente del pueblo. Empezó a enganchar, enganchar, enganchar y entonces sí había muchísima guerra. Una guerra porque una cosa es el estilo, la lucha García-De la Morena desde el micro, y otra cosa es tener al protagonista uno antes que otro; luchábamos los redactores de las distintas ciudades para conseguir lo que nos pedía, en este caso, el líder. Te tenías que quedar cada noche en la radio, cenar fuera de casa, conseguir entrevistas… Fue muy duro y muy gratificante».

Así reflexiona Oliveros sobre una etapa entre ‘El Larguero’ y García que compara con la actual entre ‘Carrusel’ y ‘Tiempo de Juego’, con una gran diferencia, «la lucha contra compañeros, la lucha de meterte en un avión, cuando antes se podía conectar desde la cabina del piloto con la emisora. Antes volábamos con el equipo, con el chárter. Íbamos a un país, donde sea, y cuando llegábamos al avión ya sabíamos que esa tripulación iba a ser la de la ida y de la vuelta, con lo cual, trataba de subir yo antes que otros, de otras emisoras, para en el momento de subir por las escaleras, hablar con la azafata y decirle: «Dile al comandante que para la vuelta me gustaría tener una conexión desde la cabina. En ese momento ya le dabas la tarjeta de crédito, porque te lo cobraban, y si tú conseguías dar esa tarjeta antes que otro compañero tenías, en teoría, esa prioridad a la vuelta. Decirle al piloto: «¡Eh, piloto! ¿Quién te ha dado antes la tarjeta? Pues venga, conecta primero conmigo. Que salía otro y te decía: «No, que aquí hay una jerarquía». «No, no, jerarquía nada. Aquí hay esto».

Entonces, cogías y decías: «¿A quién llamo yo que venga a la cabina?» Pues a Johan Cruyff después de ganar en Wembley, o a Stoichkov, que tenía su carácter pero me llevo muy bien con él. Venían a la cabina y se lo pasaban pipa, veían cómo era el avión por dentro, y conectabas. El comandante, que tenía tu tarjeta de crédito, llamaba a una estación de radio de Suecia que se llama Estocolmo Radio, y decía: «Aquí Air Europa tal, volando no sé qué, no sé cuantos», en inglés. «Quiero una comunicación con el teléfono 003491347 y daba el teléfono del estudio». «Ok, ok». Daba la tarjeta de crédito, caducidad, tal, tal, y luego me llegaba el cargo en coronas suecas, lo convertía en pesetas y pasaba el cargo en la radio».

Un cargo que «podría costar de la época unas 3.000 pelas (18 euros) de los años 90 o así» por una conexión de «entre que conectas, hablas y tal, podías estar 8-10 minutos. Era una inversión», dice Oliveros sobre este wifi de una época encarnizada en la lucha por el protagonista.

Manolo Lama
1982-2022 (Siempre fueron competencia)
61 años
Una lucha que Manolo Lama vivió siempre desde el lado opuesto al de García, desde el que también es interesante saber cómo se vivía esa pugna y esa forma de funcionar. «¿Luchar contra él? A mí como periodista me daba igual luchar contra él que contra otro cualquiera. Yo trataba de conseguir lo mejor para mi audiencia, lo mejor para mi programa y lo mejor para mi redacción. Evidentemente, siempre lo intentaba conseguir sin pisarle el cuello al rival, y tengo que decir que él utilizaba muchas técnicas que, sinceramente, para mí no eran unas técnicas, no voy a decir legales, pero éticas: él, por ejemplo, secuestraba personajes para que solamente hablaran con él a partir de las doce. Él iba a meter a un tío a la 1:20h. y no te lo dejaba a ti tres minutos a las 00:15h. Lo metía en una habitación de un hotel, lo encerraba, le daba de comer o lo que quisieras, para que no hablaras con él. Era su fórmula, su forma de trabajo. Nosotros, o por lo menos yo, nunca la utilicé para competir contra él», asegura el periodista de COPE y Gol Play.

«Evidentemente, cada vez que tú tenías que cerrar un protagonista o un personaje tenías que apelar a la ética y a la honorabilidad del personaje, a decirle: «Oye, si has quedado conmigo, ponte primero conmigo». Pero también tienes que pensar que García tenía tanto poder, presionaba tanto, que la mitad de los protagonistas se arrugaban y te la clavaban para irse con él», explica Lama, «uno de los que estaba en la guerra, pero yo nunca tuve problemas ni con García personalmente -a mí García me intentó fichar tres veces-, ni tuve problemas con ninguno de los periodistas que trabajaban con García. Es más, Andrés Montes era íntimo amigo mío, Siro López es íntimo amigo mío, Eduardo Torrico, Fernando Soria, Pipi… Muchos periodistas de la gran guardia eran amigos míos. Eso sí, tenías que marcar claramente el territorio. ‘Oye, éste ha quedado conmigo, si me la clavas, vas a tener un problema conmigo’. Haciendo eso, yo creo que el grupo de García también en los últimos años le hizo ver a García: ‘Oye, mira, ha quedado con ellos antes, entra con ellos antes’. Yo creo que ahí se marcó la diferencia entre lo que era García y lo que éramos nosotros», asevera.

Lama pluraliza al equipo de aquella SER de la que procedía García y a la que se midió posteriormente en Antena 3. «Yo creo que era García contra la SER, porque nosotros éramos un bloque, nosotros éramos un grupo. Nosotros pasamos de un periodismo de ordeno y mando, pontifico y solamente existe una verdad a, de repente, un periodismo donde existe la pluralidad, donde aparece la confrontación en antena, donde aparece la diversidad y la riqueza de opiniones aunque no estén de acuerdo contigo. Eso yo lo que creo es que cala en la gente joven, por eso le ganamos nosotros, y luego aparece un lenguaje diferente. Nosotros utilizábamos un lenguaje mucho más directo, mucho más de calle y él utilizaba un lenguaje mucho más de púlpito, mucho más de pontificar», define el periodista madrileño.

A pesar de los pesares, Manolo Lama le reconoce muchas y grandes virtuales a José María García: «Le reconozco que era un comunicador bestial, antológico. Le reconozco que era un currante bestial, antológico, y le reconozco que generó tal estado de opinión que se le ponía firme el ministro, el presidente de cualquier club, el entrenador y cualquier jugador. Tan solo recuerdo que pinchó en hueso con la ‘Quinta del Buitre’, con Fernando Martín y con Perico Delgado. Los demás hincaban la rodilla ante él», concluye.

Siro López
1982-1992 (Antena 3 Radio)
67 años – 10 años con García
Uno de los amigos a los que cita Lama y que trabajó al lado de García durante diez años en aquella época fue «su hombre, su narrador de baloncesto de la cadena». Es Siro López. «Hubo un momento en que nos juntamos en Antena 3 los mejores narradores del país de cada deporte. En baloncesto estábamos Andrés Montes y yo. Javier Ares, en ciclismo y en fútbol. Javier sigue siendo un número uno. En fútbol estaba Gaspar Rosety. Después, yo qué sé, Paco García Caridad, que después estuvo de narrador en Antena 3 de Televisión. Pero es que en provincias, como digo yo, que por ejemplo Paco García Caridad estaba en provincias; Javier Alonso, que estaba en Bilbao y es un narrador excelente. En Tenerife, Juan Carlos Castañeda era otro pedazo de narrador increíble. La verdad es que yo no sé si fue fruto de la casualidad, fue fruto de ese sexto sentido que él tenía para ver a la gente. Lo cierto es que muchos empezamos con él y empezamos casi de cero. Yo no había narrado nunca nada, no había hecho radio nunca, empecé de cero con él. Entonces, lo poco, lo mucho que aprendí de radio fue estar a su lado, me lo enseñó él. Lo mejor para mí es eso, aprender el oficio con él», confiesa Siro sobre unos comienzos que recuerda así:

«La mayor anécdota para mí es que yo voy a mi primer Campeonato de Europa, que voy a narrar, cuatro meses después de estar en la radio. Yo no sabía, no había hecho radio nunca, me parecía que era muy fácil, pero después me di cuenta que era muy difícil. Y entonces, bueno, de pronto un día, al cabo de tres meses de estar en la radio, me llaman por teléfono a la redacción de Barcelona, él estaba en Madrid, y lo cojo yo: «Hola, ¿quién eres?» Digo: «Soy Siro». «Hola, soy José María». Entonces me dijo: «Oye, que estoy pensando en mandar a alguien al Campeonato de Europa a narrar del Campeonato de Europa de baloncesto. Eso era en el 83. Y dice: «¿Tú has narrado alguna vez baloncesto? Y le dije: «No». Me faltó añadir: «Ni baloncesto ni una carrera de caracoles». Pero le contesté muy rápido: «No, pero me siento capaz». Dijo: «Vale, pues nada, mándale los papeles y manda tú la documentación a Ernesto López Feito y te acreditamos y tal. Después me reconoció: «Si lo llego a saber, cabrón, que no habías narrado nada, no te mando».

Pero le mandó, como también le envío al Campeonato del Mundo de Baloncesto de 1986, en Zaragoza, que compartieron. «Narramos juntos. Estamos narrando y yo me equivoco, clasifico a España primera de grupo y resulta que habíamos quedado segundos, y él siempre ha sido muy perfeccionista en todo, en los datos y tal, y de pronto entrevista Andrés Montes al entrenador de Brasil y dice: «Estamos muy contentos porque hemos quedado primeros». Entonces, me mira como diciendo: «Tú eres gilipollas, que hemos hecho ahí el ridículo dando esto». Yo no doy paso a publicidad porque sé que me iba a caer la bronca y de pronto siento un golpe por detrás y mis cascos salen hacia la pista. Me había dado un pescozón», cuenta entre risas, «como diciendo: «Da paso a publicidad, que te tengo que meter la bronca, ¿no? Que te has equivocado». Pero era perro ladrador, poco mordedor. Te pegada la bronca en antena porque era muy exigente, pero no recuerdo que por ningún error echara a nadie. Quien se ha ido de su lado ha sido por voluntad propia», reflexiona Siro sobre García.

«No era perfecto, no era un ser superior, pero ha sido el mejor jefe que he tenido, el maestro con el que más he aprendido. Y te daba mucha independencia. Eso sí que lo he vivido, por ejemplo, de estar dándole caña a un entrenador de baloncesto y él a lo mejor en antena intentar defenderlo y meterme, entre comillas, la bronca y por línea interna el técnico decirme: «Oye, que dice García que sigas por el mismo camino, que digas lo que tú piensas y lo que tú sientes, que no te preocupes». Siempre ha dado mucha independencia a su gente para que tuviéramos nuestra propia opinión», afirma el colaborador de medios como COPE o Gol Play, además de contar con su propio canal de YouTube.

Un Siro López que no duda a la hora de esbozar la peor parte de sus años con García. «El peor recuerdo que puedo tener es en la negociación que tuvimos cuando él se va de Antena 3 Radio y nos dice a todos nosotros que nos fuéramos con él. Habíamos decidido todos irnos, pero después cuando hablamos con él yo creo que él no supo llevar bien la negociación. Como yo le dije al día siguiente que me llamó para ver si me convencía, para que diera marcha atrás y me fuera con él: «José, es que lo has llevado mal, es que no has sabido hablarnos claro». Él pretendía que nos fuéramos con él con una venda en los ojos. Entonces dices, hombre, cuando tienes 20 años o 24 o 25, pues lo puedes hacer y casi lo deberíamos haber hecho, pero claro, no era el caso. Eran personas algunas con hijos, otros separados, en una situación familiar que ya no eras tú el que tenías que decidir solo, sino que era también pensando en el entorno que tenías. Y ahí yo creo que es el único error que cometió José María, porque nos hubiéramos hecho ido todos, y él se quedó jodido. Y todos también nos quedamos un poco fastidiados porque formábamos un muy buen equipo y ahí se rompió. Bueno, más que romperse el equipo, el equipo siguió en Antena 3 y García se fue a COPE con sólo una parte mínima de los que estábamos en Antena 3 Radio».

Gaspar Rosety, Pipi Estrada, Cristina Gallo, el técnico Julio Menayo, Alfredo Martínez y un muy joven Julio Pulido fueron de los pocos miembros de aquella Antena 3 Radio que se marchan con José María García a Onda Cero. Un punto de inflexión que separa al equipo y también al propio Siro y a García. «Hubo un distanciamiento porque para él fue doloroso, pero para nosotros también lo fue, igual o más dolorosa, no fue fácil. Y hubo tensiones en la Vuelta con Javier Ares, Pepe Gutiérrez y García. Nosotros tardamos siete u ocho años en volvernos a hablar. Yo creo que yo estaba en el Deportivo de La Coruña de jefe de prensa y ahí es donde empezamos a reanudar el contacto. Yo hice el camino de Santiago con el Deportivo de La Coruña, cuando quedó campeón de Liga, y me pidió que entrara en su programa por las noches», revive Siro.

El Camino de Santiago ha sido punto de encuentro para los dos periodistas en varias ocasiones, porque de lo primero que charlamos es del Camino que hicieron juntos hace unos años. «Es verdad, no lo había visto nunca así. El camino de Santiago me volvió a permitir de forma extraoficial, era una colaboración simplemente por amistad, volver a entrar con él por las noches, y después, en 2008 o 2009 es cuando hacemos el Camino. Ahí ya si quedaba algún resquemor, que ya no había ningún resquemor… De hecho, a mí García me intenta fichar, mira, miento», se corrige sobre la marcha, «yo creo que la primera vez que yo volví a hablar con él es en el año 95, que él me llama, tres años después de quedarnos en Antena 3 y un año después de que cerraran Antena 3 de radio y la convirtieran en una radio de música sinfónica. Me llamó para ofrecerme la jefatura de deportes de COPE en Valencia, y le dije que no porque coincidió con una oferta que también tuve para irme a Onda Cero Coruña y Santiago de Compostela. Le dije que se lo agradecía un montón, pero que es que económicamente no me salía a cuenta irme de Barcelona a Valencia, porque además la oferta que tenía de Coruña doblaba casi lo que me ofrecía la cadena COPE», reconoce.

Un Camino que hicieron juntos desde Piedrafita del Cebreiro hasta Santiago pasando por Sarria, el pueblo de Siro. 150 kilómetros donde dejaron muestra de la competitividad de los dos periodistas. «Hicimos una etapa de 44 kilómetros, 44 kilómetros en un día y fue porque nos picamos. Nos picamos y la acabamos encima corriendo. Primero yo dije de acabar, cuando llevábamos 35. Él dijo: «No, no, vamos un poquito más, hostia, no te rajes». Y ya cuando al cabo de 5 kilómetros me dijo de parar, dije: «No, no, ahora por cojones vamos a seguir un rato más, y sígueme si puedes». Empecé a correr, él empezó a correr detrás… Y bueno, anécdotas como ésa, muchas. De reírnos mucho. La verdad es que estuvo muy divertido y, sobre todo, lo que te das cuenta es que aunque llevaba ya ocho o nueve años sin estar en el primer plano de la actualidad, la gente lo seguía reconociendo, lo seguía parando, le seguía pidiendo fotografías, autógrafos. Yo creo que García sobrepasa ya lo que es el periodismo para ser un fenómeno social», rememora Siro, que continúa teniendo un vínculo especial con José María García. «He escrito mi libro de memorias -‘Siro López. Un tipo con suerte-, y él iba a presentar el acto, pero se puso enfermo y no pudo venir. Yo siempre le he tenido mucho cariño, y él a mí también», asegura.

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