“Ha sido un honor que acepté con enorme satisfacción por la gran devoción que profeso a nuestro Santísimo Cristo de la Victoria, a cuya cofradía pertenezco desde hace más de cuarenta años”. Así comenzaba su pregón del Cristo el presidente de Radio Vigo Grupo de Comunicación, Eugenio González de Haz y Vizcaíno, en el solemne acto que se celebró en el Pazo de Castrelos. Emocionado, precisamente por los recuerdos que desde su infancia tiene de la procesión cuando iba con sus padres, quiso recordar y centrarse en su discurso en los sufridores de la crisis; en los débiles y también en los empresarios y trabajadores que, en una ciudad tan industrial y luchadora como Vigo, han realizado un gran esfuerzo para poder salir adelante. Lanzó un mensaje de esperanza para que las empresas, entre ellas Radio Vigo, sigan dando lo mejor de sí mismas que, será también, lo mejor para Vigo y para su economía.
Como presidente de un medio de comunicación como Radio Vigo, en su discurso no dejó escapar la ocasión de ratificar el compromiso de nuestro medio en la lucha por la información en el día a día; pero también el compromiso definido con la ciudad de Vigo y con la defensa de sus intereses. También quiso celebrar y agradecer al Cristo la reactivación del viguismo, del sentirse orgullosos de ser de aquí y de ilusionarse con el crecimiento de la ciudad. Eugenio González de Haz y Vizcaíno enumeró aspectos relevantes y logros de todos, para los próximos años, como el buen estado de salud de Peinador, el nuevo Campus do Mar, el Vigo Vertical, el Casco Vello o Balaídos. Y como no podía ser de otra forma, tampoco se olvidó de su Celta que, este año, tantas alegrías le dio. Espera el presidente de Radio Vigo que puedan llegar nuevos éxitos celestes pronto. A todos los políticos, dirigentes sociales y medios de comunicación de Vigo les pidió una cosa: altura de miras y defensa de la ciudad.
Y con ese recuerdo de tantos años fiel a la procesión y devoto al Cristo, quiso terminar su pregón con una emotiva cita a la figura de su padre y a unas palabras que el fundador de Radio Vigo dedicadó al Cristo de la Victoria en uno de su discursos.
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